¿Cómo entender la salud mental en las niñas y los niños y cómo saber cuándo debo preocuparme?
Es posible que usted observe que sus hijas e hijos u otras niñas y niños que le sean cercanos tengan dificultades para relacionarse con otros, o para cumplir con lo que se espera de su comportamiento de acuerdo con su edad (por ejemplo, que permanezca en su silla mientras termina una tarea). O incluso, que los note cada vez más aislados o sin saber cómo manejar sus emociones. ¿Cómo saber si esos comportamientos hacen parte del desarrollo normal de sus hijas e hijos o no? ¿Cómo saber cuándo se necesita una atención más especializada?
Para responder a estas preguntas es importante entender que la salud mental no es una categoría; es decir, no se puede asegurar que se tiene o no una buena salud mental. La salud mental es un continuo en el que todos los seres humanos nos movemos, en donde podemos estar mejor en algunos aspectos (por ejemplo, tener adecuadas relaciones con los demás y en mi trabajo) pero tener algunas dificultades en otros (por ejemplo, tener dificultades emocionales).
Todas las personas, incluyendo a niñas, niños y adolescentes, desde la primera infancia hasta la adultez tardía, es importante que toda madre, todo padre o cuidador conozca cómo es la salud mental de sus hijas e hijos y cómo pueden ayudarlos a tener una mejor salud mental.
De manera natural las niñas, niños y adolescentes tienen reacciones y comportamientos que pueden preocuparnos como adultos. Por ejemplo, tienen conflictos con sus pares, demuestran comportamientos desafiantes, periodos de tristeza, se aíslan, entre muchas otras situaciones sociales o emocionales. Muchas veces esas son reacciones naturales a situaciones difíciles, por ejemplo, un cambio de ciudad, una situación de confinamiento, una pérdida, etc. Otras veces, esos comportamientos que pueden verse como “problemáticos” son completamente esperables dentro su desarrollo, incluso, son parte necesaria de un proceso saludable. Por ejemplo, las pataletas de niñas y niños que se observan alrededor de los dos o tres años, son parte de la búsqueda de autonomía; o las emociones intensas de ira, frustración o incertidumbre que pueden experimentar varios adolescentes son una respuesta esperable frente a los cambios que están experimentando en ese momento del desarrollo en el que se encuentran.
Todas estas son situaciones del día a día de las niñas, niños y adolescentes que hacen parte de su salud mental. Es importante recordar que, en vez de castigos o regaños, ellas y ellos requieren de apoyo y herramientas para que puedan aprender a manejar esas situaciones de la mejor manera. En la sección “¿cómo promover la salud mental de mis hijas e hijos?” les compartimos algunas herramientas básicas para que ustedes puedan darles ese apoyo a sus hijas e hijos. En general, se espera que cerca del 80 % de las niñas y niños se beneficien de estas estrategias.
Sin embargo, no podemos olvidar que existe un grupo pequeño de niñas y niños que pueden presentar mayores dificultades y que es necesario atender, al no contar con todos los recursos para afrontar esas situaciones. Para este grupo, no será suficiente poner en práctica las estrategias que describimos en este kit. En estos casos, se necesitarán estrategias más específicas y la intervención de un profesional de salud mental que los acompañe. ¿Cómo identificar los signos de alarma y si su hija o hijo necesita ayuda especializada? Para ayudarle en esta tarea existen algunos indicadores que describimos a continuación.
1. ¿Qué nos dice el desarrollo de nuestros hijos e hijas sobre su salud mental?
Una primera pista que tenemos acerca del lugar en el que se encuentran sus hijas e hijos en el continuo de la salud mental es qué tanto su comportamiento se asemeja a los comportamientos esperados para su edad o qué tanto sus comportamientos resultan inesperados o disruptivos para su edad. Para hacerse una idea de esto, visite nuestras infografías sobre ¿Qué esperar del desarrollo socioemocional de los niños según su edad?
Si su hija o hijo no se comporta de la manera esperada, no significa necesariamente que tiene una dificultad emocional o que tiene una condición de salud mental, esto dependerá de qué tanto se aleja de esos comportamientos esperados para su edad en términos de frecuencia y de intensidad. Se espera que, entre los 3 y 5 años, las niñas y niños empiecen a demostrar una mayor independencia de sus madres, padres y cuidadores, por ejemplo, se mostrarán más tranquilos frente a eventos de separación, como cuando van al colegio. Si su hija e hijo está en este rango de edad y se muestra inquieto, es algo a lo que le puede prestar cuidado y seguir las sugerencias que le damos en este kit para promover las competencias socioemocionales de sus hijas e hijos. Pero si su hija e hijo tiene 8 años, y todavía se muestra muy ansioso cuando se separa de sus padres para ir al colegio, es probable que necesite atención más especializada.
2. Intensidad, frecuencia o permanencia del comportamiento
En ocasiones nuestras hijas e hijos pueden presentar algunos problemas de comportamiento, pero esto se observa en determinados momentos (no es permanente), no es muy intenso u ocurre muy pocas veces. Si es así, es probable que su hija o hijo no necesite tratamiento especializado y se beneficie en gran medida de las estrategias para promover la salud mental de sus hijas e hijos descrita en “¿cómo promover la salud mental de mis hijas e hijos?”. Pero si la intensidad, la frecuencia o la permanencia de estas conductas es mayor, nos empezaremos a mover por este continuo, y es probable que sus hijas e hijos necesiten una atención profesional.
¿Cómo identificar en qué punto la intensidad, frecuencia o permanencia de estas conductas amerita una atención profesional? En este punto es importante que usted se pregunte si estas características del problema (por ejemplo, su intensidad), superan sus capacidades como cuidador para afrontarlo por sí solo o si a pesar de todos sus intentos el problema continúa. En otras palabras, si los problemas que se presentan terminan ocupando una parte significativa de la vida (muchas cosas empiezan a girar en torno a estos problemas, por ejemplo, se dedica mucho tiempo en la familia a lidiar con el problema), merecen una atención especial y posiblemente ayuda de un profesional de la salud mental.
3. Ajuste o riesgo de daño
Otra señal de alarma para buscar ayuda profesional es si los comportamientos o emociones de su hija o hijo están afectando su capacidad de interactuar de manera efectiva con su entorno. Por ejemplo, si esas dificultades no le permiten llevarse bien con otros (incluida su familia), si está afectando su desempeño académico, su salud física o no puede disfrutar aquellas cosas que normalmente disfruta. Cuando estos problemas empiezan a afectar de manera persistente el ajuste de la niña o el niño a su entorno o cuando estos problemas de comportamiento pueden implicar un riesgo para ellos mismos (pueden hacerse daño), o para los demás (pueden hacerles daño a otros), debemos atender estos signos de alarma y buscar ayuda de inmediato. Entre más temprano se identifiquen estos problemas y se acuda a un profesional especializado, menores serán las consecuencias negativas en el desarrollo y ajuste de las niñas y niños.
4. Identificar diagnósticos específicos
Existen algunos trastornos de salud mental que son más frecuentes en niñas, niños y adolescentes. Cuando una niña o niño tiene alguno de estos trastornos, necesitará de inmediato ayuda de un profesional. Para conocer un poco más sobre estos trastornos y cómo se identifican, revise la sección ¿Cuáles son los trastornos más frecuentes de salud mental en niñas, niños y adolescentes?, así como la sección ¿Cómo manejar los problemas y trastornos de salud mental?, en esta sección le daremos algunas recomendaciones para que, además de llevar a su hija e hijo a un profesional, usted también pueda ser un apoyo para ellas y ellos en estas circunstancias.