¿Qué es la salud mental?

¿Cuál es la relación entre la salud mental de niñas, niños y adolescentes con el desarrollo?

Cuando hablamos de salud mental en las niñas, niños y adolescentes, además de entender el concepto de salud mental es muy importante entender la relación que hay entre la salud mental y el desarrollo, por dos razones:

1.

Es necesario cuidar la salud mental desde el momento del nacimiento, Porque la salud mental de las niñas y los niños dependerá de que ellos puedan desarrollar al máximo competencias socioemocionales, de esta manera será más fácil para ellos lograr lo que quieren y alcanzar sus metas. Por ejemplo, las relaciones con otros son una parte muy importante en la vida de cualquier persona, y muchos niños y niñas no podrán lograr esto si no desarrollan sus competencias socioemocionales.

2.

Porque un mismo comportamiento puede ser o no considerado problemático según el momento de desarrollo en el que se encuentre la niña o el niño. Por ejemplo, los adolescentes pueden tener problemas para relacionarse con emociones como la rabia y la frustración, y tener formas de expresarlas que generen más malestar con ellos y con otros. Si vemos algunos comportamientos agresivos, aislamiento, rechazo social, en un adolescente, no debemos considerar inmediatamente que son indicadores de un problema, ya que están en proceso de aprender a relacionarse y expresar las emociones de forma adecuada, pero si estas formas de manifestar las emociones persisten en la edad adulta, sí pueden ser indicadores de problemas de salud mental.

Es por esto que en la sección ¿Qué es el desarrollo? hablaremos brevemente sobre qué es el desarrollo y de qué depende, con el fin de que se haga una idea de cómo puede promover el desarrollo saludable de su hija o hijo. En la sección ¿Cómo promover la salud mental de mis hijas e hijos?, hablaremos sobre cómo puede apoyar el desarrollo socioemocional de sus hijas e hijos a partir de acciones específicas.

¿Qué es el desarrollo?

Hay muchas maneras de entender o definir lo que es el desarrollo. Un elemento clave es el cambio.

Día a día notamos cómo nuestras hijas e hijos cambian su comportamiento y su forma de entender la realidad, adquieren nuevas habilidades, y se relacionan con nosotros, con los otros y con el mundo de maneras diferentes. Esos cambios, los cuales les permiten interactuar de manera cada vez más compleja con el mundo, son el desarrollo. Este es, entonces, un proceso continuo, que no se detiene; pero que no tiene una única dirección, es decir, en el desarrollo vemos avances (por ejemplo, una niña puede hacer algo que antes no podía) pero también retrocesos (por ejemplo, algo que podía hacer una niña o niño ya no lo hace, o no lo hace tan bien como antes).

Piense en su hija o hijo o en alguna otra niña o niño de su vida, acuérdese cómo se comunicaba cuando era un bebé: de pronto lo hacía a partir de su llanto, de sus risas y sus gestos; ¿qué tipo de cosas nos podía comunicar? ¿cómo respondía a esas comunicaciones?. Ahora piense en cómo se comunicaba la misma niña o niño a sus tres, cinco o a sus doce años, piense en lo que pueden hacer con su lenguaje, construir mundos, negociar, preguntar, generar relaciones. Claramente ha habido un cambio en la manera en que ellos interactúan con los otros y con el mundo.

Los cambios se ven a través de la edad, pero no depende solamente del paso del tiempo, están directamente influidas por las experiencias que se viven. Esto es un ejemplo claro del desarrollo. Nuestra expectativa es que las niñas y los niños puedan desarrollar esta y otras habilidades que les permita tener experiencias cada vez más enriquecedoras y que les permita interactuar de manera efectiva con su mundo. ¿Qué significa esto? Que tengan las capacidades necesarias para resolver los problemas con los que se encuentran y lograr los objetivos que tengan.

¿De qué depende el desarrollo?

Hay varios elementos que son importantes para entender el desarrollo de las personas, empezando por la biología, pasando por todas las experiencias que vivimos en diferentes contextos (por ejemplo, lo que vivimos en el hogar, en el colegio, en el trabajo), hasta los eventos y las características del país en el que estamos (por ejemplo, la situación económica, las leyes, la cultura, etc.). Sin embargo, nos concentraremos solamente en dos elementos que le ayudarán a entender cómo ocurre el desarrollo de sus hijas e hijos, y el rol tan importante que las madres, padres y cuidadores tienen: la biología y las interacciones entre las niñas, niños y sus cuidadores.

Biología
Todas y todos nacemos con unas características biológicas que son únicas como nuestros rasgos físicos, pero la manera en que nos emocionamos y nos comportamos también tiene una base biológica. Esas diferencias en la reactividad emocional y en el comportamiento que tienen una base biológica se llama temperamento. Tal vez usted ha notado que hay niñas y niños que desde que nacen tienen formas de reaccionar, de emocionarse y de comportarse muy diferentes entre ellos, incluso si son hermanas o hermanos. Por ejemplo, hay bebés que lloran mucho, que tienen dificultades para dormirse, que se ven más ansiosos cuando interactúan con un extraño, y otros a los que les ocurre todo lo contrario, lloran poco, duermen fácil y son “muy sociables”. Estas diferencias las notamos desde muy temprano en sus vidas, y la razón es que esos rasgos, esas características del comportamiento, están escritos en nuestra información genética.

Estas características biológicas pueden afectar la manera en que nos comportamos e interactuamos con el ambiente, y nuestro desarrollo. Por ejemplo, si un niña o niño, por su genética, tiene la tendencia a aproximarse a los otros, esto puede hacer que tenga más interacciones sociales que otra niña o niño sin este rasgo, y aprenda más rápidamente a relacionarme con los demás. O si una niña o niño tiene un temperamento reactivo (manifiesta emociones como la rabia o señales de incomodidad muy fácilmente), esto puede hacer que sus cuidadores se estresen y tengan más dificultades para enseñarle cómo regular las emociones.

Interacciones
Otro elemento que es clave para entender cómo ocurre el desarrollo es el tipo de interacciones que tenemos con el mundo físico (por ejemplo, juguetes, la naturaleza, la temperatura, etc.) y con el mundo social (por ejemplo, madres, padres, maestros, hermanos, compañeros, etc.). Dentro de estas interacciones, aquellas que tienen un mayor impacto, en los primeros años de vida, son las que tenemos con nuestras madres, padres o cuidadores primarios.

Son varias las razones por las que las relaciones uno a uno con nuestros cuidadores son tan importantes. La principal es que mucha de la estimulación que recibimos depende de aquello a lo que ellos nos exponen, ya sea el tipo de experiencias que tenemos, los objetos con los que interactuamos, los comportamientos que observamos en ellos, las respuestas que ellos tienen frente a nuestro comportamiento, o cómo responden frente a nuestras emociones. Por ejemplo, cómo nos hablan, nos miran o se acercan a nosotros.

Para entender el impacto que tienen las madres, padres y cuidadores en el desarrollo de niñas, niños y adolescentes, podemos pensar en dos historias, conoce cada una:

Estos son solo algunos aspectos de la vida de dos niños en sus primeros años de vida. Ahora piense en las diferencias que puede haber en sus habilidades y su comportamiento al año, a los tres años, y a los cinco años. ¿Cree qué habrá diferencias en sus habilidades para comunicarse? ¿en la comprensión que tienen sobre sus emociones?¿tendrán la misma capacidad para regular sus emociones? ¿para regular su comportamiento? ¿se relacionarán con los otros de la misma manera? ¿podrán expresar sus necesidades con la misma confianza? Probablemente no.

Probablemente a Mariana le quede más fácil usar su lenguaje para comunicarse, regular sus emociones y su comportamiento, y probablemente en el jardín, tenga mejores relaciones con sus compañeros y con su maestra . Probablemente a Juan se le dificulte usar su lenguaje para comunicarse, tenga dificultades para regular sus emociones y su comportamiento, y probablemente en el jardín tenga también dificultades para relacionarse con sus compañeros y con su maestra.

Lo más importante de estas diferencias es que dado que ocurrieron en la primera infancia pueden tener un impacto muy grande a lo largo de la vida. Lo que vivimos y aprendemos en los primeros cinco años de vida, se convierte en las bases para aprovechar lo que vamos a experimentar y las habilidades que vamos a desarrollar después. Es por esto que si no tenemos unas primeras habilidades desarrolladas sólidamente, va a ser muy difícil luego compensar y construir nuevas habilidades o habilidades más complejas. Por ejemplo, si la situación con sus cuidadores y su entorno no cambia, es probable que cuando Mariana entre a la adolescencia, cuente con recursos y habilidades adecuadas para enfrentarse a los retos que vienen con esta época de la vida. Tal vez sea más fácil para Mariana que para Juan buscar ayuda cuando se sienta abrumada con algún problema, identificar y procesar más fácilmente las emociones y controlar las fuentes de esas emociones, lo que a su vez, le ayudará a tener mejores relaciones con los otros, un mejor desempeño académico, y en general, será menos probable que se comporte de forma riesgosa (ejemplo, consumo de sustancias psicoactivas, inicio temprano de la vida sexual, etc.).

Si pensamos en los padres de Juan, es posible imaginar que las interacciones que tuvieron con él no se deben necesariamente a que ellos no quisieran el bienestar de Juan, a veces esto pasa porque madres, padres y cuidadores no tienen el conocimiento y las habilidades para educar a las niñas y niños de otra manera.

En la sección “¿Cómo promover la salud mental de mis hijas e hijos?” compartimos varias herramientas para que madres, padres y cuidadores puedan tener interacciones con sus hijas e hijos que ayuden a promover un desarrollo más saludable.