Ahora pensemos en Juan

Cuando Juan era bebé sus padres estaban pendientes de su alimentación y que se durmiera, pero no le hablaban mucho porque, según sus padres, “él no entendía”. Algo parecido pasó cuando empezó a decir sus primeras palabras, los padres se emocionaban, pero no le respondían, tampoco lo corregían cuando no decía bien una palabra. Cuando él lloraba, había veces que su madre lo alzaba, pero otras no podía o pensaba que era mejor dejarlo llorando para que “no se mal-acostumbrara”.

Cuando Juan continuó creciendo y quiso ejercer su autonomía, empezó a hacer pataletas, había episodios de mucho llanto y rabia. Sus padres no entendían qué pasaba y fueron muy severos con él, le decían enérgicamente lo que debía hacer, le repetían una y otra vez que no estaba bien que se comportara de esa manera, que estaban muy desilusionados de él. A veces le daban una palmada y lo dejaban solo, pues no querían estar con él. Así fueron los primeros años de la vida de Juan antes de entrar al jardín.

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Mariana