Volver

Trastornos disruptivos, del control de impulsos y de la conducta

logo

Dentro de categoría de trastornos disruptivos, del control de impulsos y de la conducta se encuentran: el trastorno negativista desafiante y el trastorno de conducta

logo

Trastorno negativista desafiante

Las niñas y niños con este trastorno presentan, en su relación con otros, emociones de enojo/irritabilidad, y una actitud conflictiva, desafiante, oposicional y/o vengativa. Se enfadan con mucha facilidad, molestan a otros con frecuencia y no admiten haberlo hecho, se enfrentan directamente a la autoridad (por ejemplo: madres, padres o profesores), promueven el conflicto, con frecuencia están resentidos (todo es en contra de ellos y nada de lo que les sucede tiene relación con su comportamiento); no aceptan su responsabilidad y más bien discuten enfrentándose aún a adultos poco conocidos, se muestran rencorosos y vengativos (“con esta no me quedo; no descanso hasta no vengarme”) incluso en situaciones en las que ellos también actuaron de manera indebida.

Este trastorno puede manifestarse en niñas y niños incluso de menos de 5 años, pero para poder considerar que realmente se trata de un trastorno del comportamiento debe tenerse en cuenta la frecuencia y la intensidad de las manifestaciones y qué tanto se diferencian de otros niños de su entorno. En niñas y niños de tan corta edad, los cambios de comportamiento se dan en pocos meses de modo que habría que observar una alta frecuencia de manifestaciones (casi a diario) al menos durante seis meses antes de considerar que se trata de este problema. En la medida en que son mayores, la frecuencia de las manifestaciones puede ser menor, pero impacta negativamente tanto a la chica y al chico como a su entorno. Como resultado de todo esto, suelen tener un bajo rendimiento escolar, baja tolerancia a la frustración y baja autoestima.

logo

Trastorno de conducta

Se observa en comportamientos que violan los derechos de otros y se alejan de los estándares y reglas sociales para su edad y grupo social. Puede presentarse agresión a personas o animales, destrucción de la propiedad, engaño o robo e incumplimiento o violación grave de las normas. La convivencia con una niña, niño o adolescente con este trastorno se torna cada vez más difícil, pues incluso los miembros de la familia pueden empezar a temer por su propia seguridad y la de la niña o niño. Suelen ser explosivos, agresivos y cambiar rápidamente de estado de ánimo, más cuando las cosas no resultan como ellos quieren. No reconocen su responsabilidad sobre las consecuencias de sus comportamientos, tienden a culpar a otros aun cuando es evidente que dependió de ellos. Tienen expresiones frecuentes de odio o resentimiento hacia otros, incluso si se trata de allegados. Sus relaciones con otros pueden estar mediadas por la satisfacción de sus propios intereses o necesidades (cuando quieren algo son especiales, amables, pero cambian cuando ya no lo necesitan); no encuentran valor en el bienestar del otro. Algunas niñas, niños y adolescentes no experimentan culpa o remordimiento, o pueden ser poco empáticos y no mostrar afecto evidente hacia los demás. El trastorno de conducta que se mantiene en la adolescencia podría evolucionar hacia el trastorno antisocial en el adulto, drogodependencia o déficit de atención / hiperactividad (TDAH).

Trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) logo

Trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH)

Este trastorno se caracteriza, en general, por una dificultad en la capacidad de mantener la atención, persistir, e inhibir comportamientos. Aquí se profundiza en sus manifestaciones:

logo

Pobre mantenimiento de la atención o pobre persistencia

Este problema usualmente se hace evidente cuando la niña, el niño o el adolescente se enfrenta a tareas que considera aburridas, tediosas, repetitivas y poco motivantes, de manera que se muestran como poco persistentes, desmotivados o con baja “fuerza de voluntad” ante actividades importantes, aunque poco interesantes para ellos. Frecuentemente reportan aburrirse fácilmente y entonces cambian de una actividad a otra sin finalizar ninguna, perdiendo la concentración y siendo incapaces de retomar aquella actividad que han dejado incompleta. Se les describe como distraídos cuando están enfrentados a tareas que requieren de su concentración y usualmente presentan problemas para seguir instrucciones, a menos que sea con supervisión directa.

logo

Exceso de actividad irrelevante (hiperactividad)

Usualmente, niñas, niños o adolescentes que tienen este trastorno son percibidos como excesivamente activos, incansables. Presentan un movimiento excesivo; por ejemplo, retorcerse en el asiento, movimientos de piernas, manos y dedos, manipulación de objetos o constante cambio de posición en un mismo sitio. Los niños menores pueden presentar conductas de trepar o correr en exceso o cualquier otra actividad de motricidad gruesa, además, pueden presentar accidentes frecuentes. Aunque esto tiende a disminuir con la edad, en la adolescencia se muestran más activos que sus pares.

logo

Falla en la inhibición de respuesta (impulsividad).

Se observa una gran dificultad para detenerse y pensar antes de actuar; para esperar el turno en los juegos o en conversaciones con otros, esperar en filas, interrumpen respondiendo rápidamente (contestan cualquier cosa con tal de hablar), les cuesta realizar una tarea sin distraerse. Si deben elegir entre una alternativa muy valiosa pero demorada (por ejemplo, ir a un parque de diversiones en una semana) y una no tan valiosa pero inmediata (por ejemplo, ver una hora más de televisión, ya), normalmente elegirán la segunda opción, así prefieran mil veces ir al parque de diversiones. Por esto, puede costarles más que a otros niños seguir instrucciones o cumplir con las normas de la casa o del colegio.

Es normal que observemos estas tres dificultades (poca atención, exceso de actividad e impulsividad), en algún momento de la vida de las niñas y niños. Por lo que para considerarlo un trastorno, estas dificultades se deben observar continuamente (por lo menos 6 meses) y en varias situaciones o contextos (por ejemplo, el hogar, la escuela, con amigos, con familiares). Aunque hay que aclarar, que la manera en que se observan de un contexto a otro puede variar, por ejemplo, una niño puede tener muchos problemas en el hogar para permanecer en la mesa comiendo, mientras que en la escuela, puede permanecer sentado mientras come, pero tener muchas dificultades para terminar las tareas y sentarse en su puesto del salón. Esto dependerá de la manera en que se responda frente a los comportamientos de la niña o niño (ver la sección ¿Cómo manejar los problemas y trastornos de salud mental de mis hijas e hijos?/Trastornos de conducta y TDAH).